domingo, 19 de julio de 2009

Una ojeada al paraíso

Sirva como consuelo echar una ojeada al paraíso con el que también sueñan los pedia-
tras:
los niños, que llegan sedientos a casa, toman un vaso de infusión no edulcorada, mientras esperan que se acabe de preparar la comida. Los caramelos que les han re­galado en el camino a casa y las chucherías que han intercambia­do se recogen en una bonita caja. Cuando esté llena, se cambiará por una pelota de cuero u otra cosa similar que sea útil. En casa, por supuesto, no está encendida la radio cuando los niños llegan para que exista la tranquilidad para saludarse unos a otros y contarse el día. Es el mejor modo de que la madre pueda percibir el estado de ánimo de los niños en ese momento. Antes de la comida, que se empieza con todos juntos en la mesa, se bendice la comida o se can­ta una canción, y a continuación todos se dan la mano y se de­sean buen provecho. Sólo ahora se podrá dar comienzo. Hay mu­chas ganas de comer, se hacen preguntas y se bromea. De la comida en sí apenas se habla. Cada uno come cuanto quiere, por lo gene­ral un poco de todo. Cada niño (y cada adulto) tiene derecho a elegir una comida que jamás tendrá que comer obligatoriamente. Todo aquello que aparte de ésta no gusta mucho se chafará o mezclará con lo demás. O bien rige la regla comúnmente acep­tada: tomar tres cucharadas de cada cosa que llega a la mesa. Por lo general, la conversación es tan interesante que todos se que­dan sentados con gusto hasta el final. Por último, quizá todos vuel­ven a darse la mano expresando en voz alta el agradecimiento «gracias por esta comida».
(fuente: pediatría para la familia)

1 comentario:

  1. me gusta ese paraíso que describes Jose. yo sí quiero conseguirlo para mi familia :-)

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